Recuerdos del "Trapinbol"

Por Leonardo Martínez Rosario
 

DESDE LA DECADA del 30 hasta en los últimos  años  de la del 40, se jugaba béisbol  entre  vecindarios en casi todos los corrales y patios existentes  y en varias calles de Ciales. Para ese tiempo las comunidades del pueblo eran varias. En cada uno de estos sectores  vivían jóvenes  que eran exclusivos y leales a sus vecindarios. La determinación  de solaridad  y el afecto con que cada uno cumplía con la obligación contraída con el grupo, no sólo era compromiso de los jóvenes sino del vecindario en general. Por eso cuando uno de estos grupos tenía que moverse a otro sector  para competir, detrás de ellos le seguía gran cantidad de público para darle ánimo  a los suyos. Las calles  donde estaban enclavados sus hogares también servían como patio de recreo a los jóvenes y  lugar de tertulias para los mayores. Esto era posible porque en esos días el tránsito vehicular era escaso o ninguno. Entre los pocos carros públicos del pueblo recuerdo los siguientes: El de Mario Rosario, de Ciales a San Juan; las guaguas de Pin López, de Ciales a Manatí; la guaguita de Pepín Robles, tambíen a Manatí; Sixto Robles, Ciales a Morovis; Juan Montes, Ciales a los campos; Vitalio con su flota de carros para cualquier lugar; la Alcina en ruta hasta Ponce y Pepe Camacho a los campos también. Todo este movimiento vehicular transcurría en la calle principal del pueblo desde bien temprano en la mañana y finalizaba a la caída del sol. Razón por la cual las calles transversales quedaban a disposición para el mejor uso del  vecindario.

Los sectores más conocidos en esos días eran Verdún, el Hoyo, la calle Obrero, el Camino Morovis, la calle Cuba, el sector Santo Domingo, la calle Muñoz Rivera y la calle de la Aldea, especialmente la familia Rosario que vivían más abajo del Colmado Marrero. En cada uno de estos vecindarios se organizaban, a la primera oportunidad, unas  “guerrillas” para retar a las de otros sectores.  Recuerdo que en la Aldea, frente al viejo muro sobre el puente del Hoyo (este era como un peldaño, construído de ladrillos y empañetado en hormigón, elevado como a cuatro pies desde el pavimento que servía de  baranda y  los transeuntes usaban como gradas para descansar), entre la casa de Don Severo Rosario y el friquitín de Guile y Tencia, al frente de la casa de don Chilo Valderrama  y  doña Tasita, los padres de Bernabé Valderrama,  se escenificaban partidos entre varios jóvenes de los Rosario de la Aldea  contra los de  este vecindario. Mucha gente o espectadores se sentaban sobre el muro del  puente del Hoyo para  presenciar estas contiendas “béisboleras”, entre ellos:  los hijos de Isabel Olmo, Luis, Nano y Ñiñin. También recuerdo ver en los balcones, como en el de la casa de don Severo Rosario a sus hijos como expectadores, a  Cambucha, Irene, Mario, Carlos, Finín y  Georgie. Más abajo,  en el balcón de doña Lola Matos, a Nage y a Víctor, el Colorao y Guillermo Robles que  siempre se reunían aquí para presenciar esos juegos.  Debes saber que para este tiempo no existía televisión y, radio sólo en pocas casas pues, era casi un lujo aún para personas  pudientes. Por lo tanto, la comunidad  se unía en ese tipo de diversión para tratar de sobreponerse a la rutina y   superar el  aburrimiento causado por el ocio..

¿QUE COMO ERA ESTE BEISBOL?  Pues se jugaba entre todos los que querían participar, si cinco en un equipo, cinco en el otro y así sucesivamente. No había límites pero el número de participantes tenía que ser  iguales en ambos equipos.  Las posiciones: cacher, “tras cacher”, “fielders”, “field botao” y las demás posiciones conocidas hoy, aunque a veces no tenía que haber siore, o “shortstop”.  Se podía propinar un “out” corriendo detrás del corredor y tocarlo con la bola, o tirándole con ella.  A veces el corredor que avanzaba a una base se metía por cuanto callejón había  huyendo para tratar de evitar el “out”. Perseguirlo para ponerlo fuera  muchas veces era problema pues, hasta oscurecía y el juego se suspendía porque los jugadores perdían el interés despues de tanto tiempo corriendo uno detrás del otro para realizar el “out”.   Los jugadores flojos o bien jóvenes casi siempre les tocaba jugar en el field “botao” o en el “tras cacher”. y también “se les  sacaba el palo”, o sea, que otro bateador lo sustituía  en la cuenta de dos “strikes”. En estos juegos  frente al muro del Hoyo, recuerdo a Rafiel Umpierre, Cheito y Panchito, los hijos de don Sico y doña Angela,  Leo Carrillo,  Pascual e Isidro Fret, Guelo Perales y a Félix Rivera ?el “Quemao”, haciendo pinino.

MAS TARDE,  en los años del cuarenta, toda esta juventud se mueve a la cancha de la escuela Coira.  Como era lo de rutina, ésta estaba siempre repleta por los que jugaban baloncesto. Los interesados en el béisbol tenían que hacer una de dos cosas para poder jugar en la Coira; madrugar a los del baloncesto o sea, estar en la cancha desde las siete de la mañana o mudarse al patio de las niñas. La cancha de la Coira, aunque usted no lo crea, fue el centro de todo deporte de la juventud cialeña en esos años. Recuerdo ver celebrarse en ella un juego de béisbol como se juega actualmente a Coco Vicens, Miguel Vázquez (hijo de un policía Vázquez establecido en Ciales) quien lanzaba una pelota como a 90 millas,  Mon López, Héctor y Carlos Corretjer, Diego Coira, Tatín Montes, Carmelo Martínez, Luis (Ganey) Pagán y a  otros. Claro, el juego quedaba casi siempre inconcluso. Cuando la bola caía en la casa de doña Lila,  no regresaba mas a juego no importa que Coco o Tony  estuvieran envueltos en el juego. Cuando se rompía un cristal de las ventanas de la Coira, todo el mundo corría despavoridos porque no querían ser citados ni como testigos antes las autoridades escolares.  Por esa razón y porque los espacios existentes para jugar este deporte eran tan pequeños,   se hizo necesario construír una bola más blanda. La nueva bola se   hizo envolviendo una bola de jugar “jacks” con varios paños y protegida por varias envolturas  de una media masculina. El lanzamiento de la bola para el bateador se hacía por debajo del brazo en la misma forma como en el sóftbol de bola suave. Las distancias entre las bases estaban limitadas al tamaño del espacio en donde se jugaba. He aquí como surje un derivado del béisbol llamado “trapin ball” o “trapinbol”. Estas contiendas entre distintos sectores del pueblo resultaron tan reñidas y emocionantes   que  provocaba,  que muchas veces  los que jugaban  baloncesto suspendieran la acción para  participar como expectadores. Ya no se sentían molestos con los que llegaban primero a la cancha. Ahora esperaban que terminara  el juego de “trapin ball” y muchos de ellos aprovechaban para mostrar sus simpatías  o para “cochear”  al equipo que más les interesaba y hasta podían entrar a jugar en caso de una situación no esperada.

UNA VEZ CELEBRAMOS un juego en el patio de las niñas que duró  13 entradas. Un seleccionado de amigos en lo que estaban Horacio Claudio, Loren Muñoz, Eliú Rodríguez, Narmo Otero,  Jorge Ríos, Juan Martínez,  Gary Sierra y el que escribe, nos enfrentamos a otro equipo que dirigía Pachín Vicens. Los integrantes de este equipo eran  casi todos jugadores del  “Pachin Five” que participaba en baloncesto, entre ellos: Aníbal Coira, Félix Agosto, Carlos Cabiya, Carlos Ramón López, Pepe el broco, Guin Figueroa y otros . Pachín  lanzaba por su equipo y yo lo hacía por el mío. En la segunda parte  de la entrada 13 estando la puntuación empatada a cero,  Horacio Claudio conectó el “hit de oro” para ganar el juego empujando a Gary Sierra,  quien había llegado a la mañana o mudarse al patio de las niñas. La cancha de la Coira, aunque usted no lo crea, fue el centro de todo deporte de la juventud cialeña en esos años. Recuerdo ver celebrarse en ella un juego de béisbol como se juega actualmente a Coco Vicens, Miguel Vázquez (hijo de un policía Vázquez establecido en Ciales) quien lanzaba una pelota como a 90 millas,  Mon López, Héctor y Carlos Corretjer, Diego Coira, Tatín Montes, Carmelo Martínez, Luis (Ganey) Pagán y a  otros. Claro, el juego quedaba casi siempre inconcluso. Cuando la bola caía en la casa de doña Lila,  no regresaba mas a juego no importa que Coco o Tony  estuvieran envueltos en el juego. Cuando se rompía un cristal de las ventanas de la Coira, todo el mundo corría despavoridos porque no querían ser citados ni como testigos antes las autoridades escolares.  Por esa razón y porque los espacios existentes para jugar este deporte eran tan pequeños,   se hizo necesario construír una bola más blanda. La nueva bola se   hizo envolviendo una bola de jugar “jacks” con varios paños y protegida por varias envolturas  de una media masculina. El lanzamiento de la bola para el bateador se hacía por debajo del brazo en la misma forma como en el sóftbol de bola suave. Las distancias entre las bases estaban limitadas al tamaño del espacio en donde se jugaba. He aquí como surje un derivado del béisbol llamado “trapin ball” o “trapinbol”. Estas contiendas entre distintos sectores del pueblo resultaron tan reñidas y emocionantes   que  provocaba,  que muchas veces  los que jugaban  baloncesto suspendieran la acción para  participar como expectadores. Ya no se sentían molestos con los que llegaban primero a la cancha. Ahora esperaban que terminara  el juego de “trapin ball” y muchos de ellos aprovechaban para mostrar sus simpatías  o para “cochear”  al equipo que más les interesaba y hasta podían entrar a jugar en caso de una situación no esperada.

UNA VEZ CELEBRAMOS un juego en el patio de las niñas que duró  13 entradas. Un seleccionado de amigos en lo que estaban Horacio Claudio, Loren Muñoz, Eliú Rodríguez, Narmo Otero,  Jorge Ríos, Juan Martínez,  Gary Sierra y el que escribe, nos enfrentamos a otro equipo que dirigía Pachín Vicens. Los integrantes de este equipo eran  casi todos jugadores del  “Pachin Five” que participaba en baloncesto, entre ellos: Aníbal Coira, Félix Agosto, Carlos Cabiya, Carlos Ramón López, Pepe el broco, Guin Figueroa y otros . Pachín  lanzaba por su equipo y yo lo hacía por el mío. En la segunda parte  de la entrada 13 estando la puntuación empatada a cero,  Horacio Claudio conectó el “hit de oro” para ganar el juego empujando a Gary Sierra,  quien había llegado a la segunda base mediante doblete. Georgie Rosario trajo un mamey maduro que inmediatamente dividió entre  los vencedores para celebrar el triunfo. La puntuación  de las entradas jugadas duró mucho tiempo a la vista de muchos pues, se hizo gravando con un clavo en la pared  al frente del salón de “Mrs”. Santana, que quedaba (mirando de frente a la escuela), el primero de izquierda a derecha en el primer piso del plantel escolar.

EN ESTA LIGA de la Coira se destacaron también Angel L. Vega ?Gogo, que era el único lanzador que podía curvear esa bola de trapo; Juan Martínez, que tiraba igual de fuerte con ambas manos desde los jardínes exteriores hacia cualquier base y Jorge Ríos, que por su forma de bateo “golfeando” la bola, se convirtió en un jonronero prolífico elevando con suma facilidad la bola por sobre la escuela. Los juegos en estos patios no se extendieron más allá del año 1948. Cada vez que aparecía en la escuela un cristal roto, mandaban a buscar a Pachín Vicens y a todo el grupo envuelto en el juego.  Los directores escolares, un tal “Mr”. Tirado y otro “Mr.” Gallisà, responsabilizaban a Pachín porque éste, por ser el vecino más próximo a la escuela, estaba moralmente comprometido  a protegerla. Pachín tenía que servir de ejemplo a los demás, según estos directores escolares. Recuerdo ver  a Pachín como  achicaba una sonrisa a la vez que fruncía los bembes, como  en señal de desabrimiento o en protesta por algo de lo  que él no estaba de acuerdo.

PERO ANTES de mudarnos de la Coira, emocionado por el juego 1 a 0 (uno a cero) en 13 entradas  que acababa de celebrarse, Ismael Iglesias se sintió aludido porque le habíamos ganado a un equipo de baloncesto. Dijo: “una guerrilla de pies descalzos han humillado a los del baloncesto”. “Los Superlocos” tenemos que borrar esa “afrenta” por lo que allí mismo lanzó un reto para enfrentarnos  al otro día.

MADRUGAMOS. Pero esta vez el juego se escenificaría en el arenal del río Grande y de la calle de Morovis. Aqui jugaban Momo Sánchez, Rico González, Joaquín Ortiz, Pepín y Gelín Rodríguez, Douglas Rivera, Nito Figueroa y otros. Aunque no celebramos este encuentro en la cancha gran público del baloncesto nos acompañó  en esa mañana, pues el interés de todos estaba en presenciar ese gran encuentro. Batearon primero “Los  Superlocos”. Abrió la contienda,  Bernabé Valderrama que llegó a primera por bolazo del “pitcher” Ricarte Rivera,  quien en ese día hacía su debut como lanzador. Le siguió Dexter Beauchamp, que se embasó por base por bolas y Recor Pérez, que no recuerdo cómo, llegó a primera.  Con las bases llena, vino a batear Ismael Iglesias quien era el cuarto bate y por supuesto,  el “dueño” del equipo “Superlocos”.  Ismael roleteó por el campo corto y en vez de correr para primera base lo hizo hacia la tercera. Tony Salgado que jugaba el siore se quedó pasmado con la bola en la mano observando confuso aquella sorprendente extravagancia.  Bernabé quien estaba en esa base, obligado tuvo que correr hacia la segunda.  Dexter  hizo lo propio devolviendóse a la primera por lo que  Recor Pérez se vio forzado a correr de primera hacia “home”. Se tiró de “slide”  en el plato y el árbitro, que era Guisín Ayala, cantó  “¡safe! “. Y así terminó el juego, 1 (uno) a nada, por que como muertos de risas, jugadores, público y el  árbitro, el juego no se pudo continuar.  Ismael proclamó el juego terminado y con ello el desagravio al “Pachin Five”. Preguntado más tarde a Ismael porqué había corrido hacia la tercera, este contestó: “Porque la primera estaba  cerca del río  y me dio miedo que en la carrera pudiera caer al charco y ahogarme”.

EL “TRAPIN BALL” fue una actividad derivada del béisbol en la década de los 40  en la que casi todo el pueblo se vió envuelto  en ella. Se jugaba a mano pelada con una bola hecha de trapos y medias de varón de las que Hiram Berríos era el mejor fabricante y también,  destacado participante. Se bateaba con una estaca que  la mayor de las veces era una vara de bambú o un palo de escoba.  En el patio de la casa de Vicente Martinó, organizamos una liga de “trapin”. La bautizamo como la liga “Delta” pues, para ese tiempo varios jugadores de Grandes Ligas dieron el salto a la Liga Mexicana de los los hermanos Pasquel llamada la liga Delta. En  el patio de la casa de Vicente jugábamos, entre otros:  Loren Muñoz, Juan Martínez, Carlos Ramón López, Joaquín y Benjamín Noriega, Víctor e Hiram Berríos, Eliú Rodríguez, Jorge Ríos, Gary Sierra y Gabriel Núñez. Poco a poco empiezan a unirse entre otros,  los hermanos Angelito, René y Toti Adorno, Piro el zurdito, Guín Padró (el Paleto), Borrita e Israel Sánchéz (Olivo), Owen Smith, Narmo  y Pachín Otero, Aurelio y Gabín Salgado. Luego  nos mudamos a los terrenos de don Pepe González,  el papá de Manolín González, solar que el gobierno había comprado para establecer allí la fábrica “Vista Lens” que ahora es  de Moisés San Miguel. Siempre recuerdo al  equipo de “trapin ball” de la Aldea compuesto por Bencho, Abinabad, Byron, Yuqui, Ursus (Pipón), Angel Berríos, Luis Rosario ( el panadero)  y demás, subiendo  la cuesta bien temprano en la mañana, acompañados por decenas de fanáticos del vecindario  para jugar en los patios provistos provisionalmente detrás del Cine Lacy de Dn. Baldo, en lo que se construía la fábrica “Vista Lens”  y la escuela superior. También recuerdo ver, del sector Cojobale, a Angel Antonio  Morán, Guín Figueroa,  Francisco Morales- el sambo y a Miguel Canejo discutiendo fuertemente sobre quién entre ellos,  era el mejor bateador o el bateador más fuerte.     Esta  contienda empezó a   desaparecer lentamente cuando los veteranos de Ciales que regresaron de la Segunda Guerra Mundial introdujeron el sóftbol y finalmente sustituído por el béisbol con la construcción del parque atlético local.

CREO QUE EL “trapin ball” influenció en gran medida en el origen del “Ciales Yankees” en el año 1944 quienes jugaban también en los terrenos de don Pepe González, pero en la parte detrás del Teatro Lacy, donde es ahora el Colegio Católico. Este equipo estaba compuesto por Efraín Rodríguez, 1era base; Diego Coira, 2da. Base; Rafiel Umpierre. 3ra. Base; Pepe Cabiya, “shortstop”; Luis Pagán, jardín izquierdo; Carmelo Martínez, jardín central; William “Mobby Dick”, jardín derecho, Arnaldo Claudio, receptor y  Mon López, lanzador. Su anotador oficial era Fabián de Jesús. En los años siguientes, Einar Pérez, Manuel (Neco Cheese) Rivera, Toño Juan Rivera, Rafin González, Juan Antonio Morán, Pay Meléndez, Eliú Cruz (Chiry), Leo Martínez y Güín Figueroa, sustituimos a varios jugadores del equipo original..

LA POPULARIDAD y el entusiasmo por el “trapin” en aquellos días sirvió como legado valioso para hacer posible el surgimiento de  otro deporte.  Con el regreso del ejército,  de Tato Vázquez, Trinidad Chévere y Joaquín Ortiz Santos, en el año 1945, se juega en la finca de don Pepe González, los primeros juegos de sóftbol celebrados en Ciales. Estos juegos eran improvisados y se usaban las reglas de béisbol conocidas en esos días. En el año 1949, bajo la supervisión de Carlos Lozada, maestro de educación física, se organiza un torneo intramural de sóftbol en la escuela superior que para ese tiempo era la Horace Mann. Se juega en un solar de la escuela Juan Ríos Serpa, en construcción en ese año. El torneo estaba compuesto por cuatro equipo, estos eran: Los Matemáticos, Los Científicos, Artes Industriales y Los Veteranos. Recuerdo a Fernando Crespo, Carlos Fuxench, Rafael Sánchez Tarniella y  Guillermo Montes por los Científicos; Eliú Cruz, Angel Morán, Narmo y Pachin Otero por los Matemáticos; El Indio Guayama y a los hermanos Nazario  de Jaguas por los Veteranos. Del equipo de Artes Industriales, que fueron los Campeones del Torneo, a Dantón Robles, Ricarte Rivera, Eliú Rodríguez, Bernardo Cortés, Lorenzo Muñoz, Angel Luis Ortiz, Jorge Ocasio, Angel Luis Robles y Leonardo Martínez. Héctor Corretjer, maestro de Artes Industriales, fue el dirigente. Daniel Acevedo era nuestro más ferviente fanático. En cierta ocasión el equipo Matemáticos perdía frente a los Científicos por una carrera, Se presentó al bate Juan Antonio Morán y el maestro le gritó “Morán, si das un cuadrangular  te paso en matemáticas”. Este que parecía que estaba colgado en esa asignatura, levantó un largo “fly” por el jardín central llevándose la verja. Dando saltos de alegría como lo hacen los niños de primer grado, Morán pasaba todas las bases gritando:  “¡Pasé!… ¡pasé!”…

ALREDEDOR DE  los años 53 se finaliza la construcción del parque de pelota de Ciales. Un año más tarde se inscribe el primer equipo de Clase A.  Podemos señalar sin temor a equivocarnos que  estos dos eventos y el  sóftbol introducido por los veteranos, se convirtieron en la causa de la extinción de aquel entretenimiento grande que mantenía ensimismada a nuestra juventud en el Ciales de breves años antes y poco más tarde  del medio siglo 20.

POR ESTA ENORME contribución social a nuestro pueblo, van estas memorias como reconocimiento y gratitud a todos los protagonistas y amigos del “trapin ball”.
 
 
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