Recuerdos del Baloncesto Clásico de Ciales

Por Leonardo Martínez Rosario

Durante los años de la Segunda Guerra Mundial  la aficción por el baloncesto en Ciales gozaba de una  elevación excepcional.  Era tan intenso el interés por este deporte  que  considero difícil  hubiera  podido  ser igualada por  otros  pueblos de Puerto Rico. Aunque la población contaba con solo una cancha se jugaba baloncesto en cuanto espacio estuviera al descubierto ya  que casi todos  los sectores del pueblo  contaban con "unas guerrillas" que competían  entre sí. Recuerdo que en mi sector, Calle Obrero,  yo jugaba  de un equipo que lo  componían: Angel Carmelo Vázquez, Wilfredo Vilches, Angel Agosto, Wiso Román, Jorge Ocasio y Papín Virella, entre otros. El canasto que guindaba a una altura de 10 pies desde el balcón de mi casa hasta el pavimento,  también en la calle Obrero, era el aro de una rueda de velocípedo con una malla constríÌda de tela de sacos de papa o cebollas.  Jugábamos corriendo todo el tiempo  con la bola en nuestra posesión. Cuando se hacía un tiro  al canasto,  el rebote lo recogíamos muchas veces tirando  trompadas al aire en la misma forma como se hacía en  una contienda de arrebatados jóvenes cuando se lanzaba entre ellos  una moneda "al guipipío o al revolú".

Una tarde  retamos a un equipo  para jugar en un local  provisto por el fuego de la Aldea, llamado "Los Quemaos". Este era las ruinas de la  parte interior de la casa de doña Tiba Adorno, lugar donde se inició en el año 1935,  este pavoroso   incendio  que arrasó con todas las casas hasta llegar donde es ahora el Colmado Marrero.  Ese  equipo estaba compuesto por Carlos Cabiya, Félix Agosto, Anibita Coira, Pepe el Broco y su dirigente, un niño llamado Pachín. Jugamos con una bola de "tennis" en unos  canastos hechos  de varillas de construcción por algunos fiebrús como  Manuel Cruzado (hermano de Angel Cruzado, borrachito, que trabajaba en los billares de don Diego Corretjer, como coime o "coin man"). Manuel Cruzado  en muchas ocasiones servía también  como anotador. En ese juego el equipo de Pachín nos zurró pues  nos aplicaron  las reglas del baloncesto de entonces -muy bien conocidas por ellos y nada por nosotros- que por ello, casi nunca podíamos tener posesión de la  bola porque constantemente nos cantaban "running" o "fao". Los jugadores servíamos a la misma vez como "referee" o árbitro. Claro está, siendo ellos mejores conocedores de las reglas, cantaban las jugadas según les convenía por lo que no nos  permitieron en ningún momento, someterlos bajo embestida tosca,  que era el tipo de juego que acostumbrábamos a utilizar y que estoy seguro, de ser posible nuestro juego,  les hubiésemos propinado tremenda felpa porque éramos físicamente mayores y más fuertes.

Por ese tiempo, la aficción por  el baloncesto continuaba generando como  una  calurosa pasión  o burbujeo a punto de estallar en el estado de ánimo de casi toda la población.  La cancha  de la Coira siempre estaba llena de ilusionados  jóvenes que esperaban  por la  oportunidad  de echar una treintiuna y por  otros jóvenes, de mas prolongado tiempo,  quienes eran los "dueños"  de la diversión y de la cancha. Con sólo dos canastos  donde en cada uno  competían tres contra tres,  decenas de  jóvenes actuaban como expectadores mientras esperaban su turno para jugar.  Al terminar el dia  muchos regresaban sin porder  curar  aquella fiebre.   Habían tantos buenos prospectos que hasta el mas flojo de ellos podía jugar en el  cuadro regular de cualquier equipo de otro pueblo.  Surgieron los equipos  Café Rico,  Colmado Reynes, "Pearl Harbor",  Ciales Rex,  Ciales Arias,  Ciales Cubs,  Café San Miguel,  Pachín Five y hasta un equipo llamado Los Superlocos, que en aquellos años eran considerados como los  "Harlem Globetrotters" de Ciales. Se desempeñaban con artimañas y con graciosidad en cada jugada y este hecho los convertía en comediantes del especteaculo. Ismael Iglesias, Dexter Beauchamp, Gely y Miguelito Nieves, Bernabé Valderrama, Recor Pérez,  Ernesto Vega y Joaquín Ortiz "el Moro", entre los que recuerdo.  Gustaron mucho y todavía muchos les recuerdan como otros  pilares esenciales en la historia  del baloncesto  de esa década.

Se desarrollaron buenos jugadores:  Los hermanos Coco y Tony Vicéns,  Juan Crespo Arroyo "el Careto",  Pepe Cabiya,  Mon y Jaime López,  Tatín Montes, Manolín González, Cuchy Vega, Pito Montes, Diego Coira, Candy Méndez  y  Fellito el Cabro entre otros. Regresaron los veteranos de la Segunda Guerra Mundial: Tony Vicéns,  Carlos González, Lin Rosario, Pedro Juan Iglesias,  Pepito Villanueva, Quique Lamoso, Adan Aulet, etc.  Nos arrimábamos alrededor de aquellos y de éstos; Georgie Rosario, Gary Sierra, Mickey González, Ñeñe y Fernando Crespo, Tony Salgado, Gil Casanova,  Toñito y Guigue Rosario, Unco López, Héctor Rodríguez, Heraclio Martínez, Rubén Sierra, Pepe el Broco, Guin Figueroa, Aníbal Coira, Pachín Vicéns y  por supuesto, Leonardo Martínez, el que escribe.

Llegó a Ciales un ex-teniente del ejército, José Nicolás Palmer quien en 1932 era jugador del cuadro regular del  "All San Germán"  y se le consideraba entre los grandes baloncelistas de  esos años.  De hecho,  en el año 1938 cuando el "All San Germán" ganó el título de Campeón de Puerto Rico  por primera vez,  Palmer fue el mejor anotador del torneo y seleccionado además, como el Jugador mas Valioso. Pues, cuando este jóven, de mas prolongada historia llegó a Ciales, otro joven, José Ismael Cabiya "Pepe",  ya era muy apreciado en nuestro pueblo como  uno entre nuestros ídolos mas destacados.  Cabiya, como todos sus admiradores le llamábamos,  para los años 1944 al 47 era "varsity" en todos los deportes que se practicaban en la escuela superior "Horace Mann". En el equipo Ciales Arias, de Tercera Categoría, primer equipo de nuestro pueblo en proclamarse Campeón de Puerto Rico en el año 1944, fue su figura cimera  pues toda la estrategia de juego del equipo giraban  alrededor  de él y  ademeas, se proclamó como el mejor anotador  y  Jugador mas Valioso del torneo. En ese mimo año, el mismo dia y en el mismo pueblo, Añasco, otro equipo, el Ciales Cubs se proclamaba también Campeón de Futuras Estrellas de Puerto Rico. Para hacerlo mas interesante,  fue don Héctor Corretjer, "Mr". Corretjer el dirigente de los dos equipos que en ese dÌa  se proclamaron campeones de Puerto Rico. Mr. Corretjer había sustituído en la dirección del Ciales Arias a Ramos, que tiempo antes se mudaba fuera de Ciales y a Luis Rosario "el Gago", que por estar muy nervioso en el momento antes del juego, sedió la dirección del Ciales Cubs a Corretjer.

La participación en contiendas de "campeonatos" era una actividad  derivada del baloncesto muy popular en los dias de Nicolás Palmer y Pepe Cabiya. En estos "campeonatos"  participaban los mejores tiradores  del baloncesto  de Ciales. A cada  participante se le permitía  hacer 12 tiros al canasto pero de distintos ángulos  alrededor de la cancha detrás  de la línea de lo que hoy es, el  área de los tres puntos. Para hacer esta actividad interesante y para que todos  pudieran hacer el máximo para ganar, se apostaba  por los refrescos (maví casi siempre)  o por dinero   (la mayor de las veces)  desde un centavo hasta cinco la participación individual. Casi siempre a peseta en adelante cuando participaban los veteranos, que por lo regular contaban  con mucho dinero.  Imagínate lo maravilloso que sería poder  presenciar  un encuentro entre estos dos titanes del espectáculo; el joven del baloncesto clásico contra el joven del nuevo surgimiento.

Sucede que una tarde (sabanera o dominguera, no recuerdo muy bien) como a las 4:00 P.M. en el año 1946, estaban compitiendo sólo por placer, varios jóvenes en un "campeonato". Me viene a la memoria la presencia de Georgie Rosario, Pepe San Miguel, Ñeñe Crespo, Tatín Montes, Rubén y  Gary Sierra, Pepe Cabiya, Ismael Iglesias, Carmelo Martínez, Diego Coira, Luis Dovar, Pito Montes y Rubén Morales (quien murió pocos días después ahogado en el charco el Veno, poco mas abajo del charco El Buey del Rio Grande).  En esos momentos llegó a la cancha Palmer, que de inmediato fue invitado a participar. Era en la parte oeste de la cancha pues,  a esa hora la casa de don Pepe Vicéns y doña Lila Sastre, los padres de los hermanos Vicens, proyectaba  una  sombra transitoria  hasta la mitad de la cancha, por lo que todos aprovechaban jugar dentro de esa  penumbra para huir de los candentes rayos del sol. Palmer mostró reparo firme si no se apostaba un dólar para hacer la cosa mas interesante. Podreas pensar, en aquellos dias un bizcocho sopanda (como los que vendía don Fello Pérez en su tienda de la cuesta de la Aldea)  costaba un centavo, la botella de maví costaba dos, una  china un centavo y se podía comprar un chavo de pan  en cualquiera de las panaderías del pueblo, como la de don Martín el papá de Lulin y Toñito, o en la de don Pepe Martínez el papá de Ronny Martínez. Se podía ir al matiné del cine  Lacy de don Baldo Diez, por solo cinco centavos  para ver los episodios del Llanero Solitario o los de "Flash Gordon". Y, nuestros protagonistas, los jóvenes del nuevo surgimiento, o pasaban hambre o sed o no podían ir al cine porque la mayor de las veces, estaban "pelaos". Si señor "pelaos" porque aunque las cosas estaban a centavo, ustedes no saben el cansancio y  la fatiga que causaba el trabajo por conseguir ese "chavito prieto" en esos años. La realidad era que muchas veces no aparecía.

Como reaccionando a esa pelambrera Palmer ripostó: "No aparece el dólar, no hay contienda". Algunos creían que Palmer usó esa exigencia como subterfugio para no enfrentarse a Pepe.  El anhelo por presenciar este duelo pudo mas que el sentimiento penoso por la posibilidad de perder nuestro dinero.  Queríamos ver ese encuentro a como diera lugar y por  que tal vez, según pulsaba en nuestro subconsciente, pudiera ser único en la historia del baloncesto en Ciales. A Georgie se le ocurrió reunir el grupo y recoger el dólar entre todos y enfrentar a Cabiya contra Palmer. Cada uno aportó lo que podÌa y se recogió por fin ese montón  del dinero que  era un dólar. Nos sentamos todos en el pimer  y segundo escalón de las viejas graderías,  excepto Gary Sierra y Georgie Rosario quienes se quedaron  en la cancha para pasar la bola a esos dos colosos.

Al tito al aire de la moneda para decidir quién iniciaba la contienda, Palmer fue  favorecido. Se colocó en el primer ángulo,  dos pies de distancia al frente de la línea lateral en la esquina norte de la mitad de la cancha (contigua a la casa de los Vicéns)  y como a un pie de la línea de fondo o base. Rebotó el balón dos o tres veces contra el suelo. Lo elevó firme  hasta la cintura (desde esta parte del cuerpo se ejecutaba el tiro de dos manos en aquel tiempo), respiró profundo y con su vista fija hacia el aro, soltó y encestó. Mutismo sepulcral y susto que retorcía de un tirón  la garganta el pecho y el estómago a casi todos   en las gradas. Conocíamos el "pedigree" baloncelístico  del ex-teniente.  Así sucesivamente, Palmer con su parsimonia para tirar, encestó consecutivamente los ángulos 2, 3, 4 (el área del "foul") y 5 (detrás del "foul"). Mostraba un deleite prolongado con cada cesta y llegó hasta el angulo 8 (en la esquina o parte sur de la cancha que da hacia las gradas), desde donde es mandatorio  ejecutar  y encestar dos tiros.  Hizo una leve pausa  y nos miró con una sonrisa socarrona. Conocía muy bien lo que nosotros sufríamos  por el temor de ver a nuestro ídolo  humillado y  la canillera que nos causaba la posibilidad  de perder nuestra inversión económica.  Silencio profundo en las gradas. Ni ruidos ni suspiros nuestros mortificarían a Palmer en esos momentos. Hasta las salpicaduras de su sudor parecían condensarce con la frialdad que asumía su posición en cada tiro al canasto. Encesta el primero... falla el segundo. ¡Ah, que alivio! Hasta el viento que nos llegaba de Ventana al pasar por los viejos pinos de la cancha de las niñas se tornó en una suave brisa produciendo en nuestros oidos un zumbido silencioso y sublime.

Revive la esperanza de ver a nuestro favorito en acción y con ello también poder lograr alguna ganancia  por nuestro inversión. Inicia Pepe de la misma esquina donde empezó Palmer. Lanza un arco, como los que acostumbraba a dibujar Arquelio Torres Ramírez en sus lances, pero imprimiéndole, a diferencia de éste, mucha rotación o piquete al balón, como Cabiya siempre lo hacía.  Aplausos estruendosos desde las gradas. Otros aplausos mayores aún con cada encestada y  mas,  porque Palmer no pudo tirar de nuevo. Pepe Cabiya encesto de manera consecutiva todos sus intentos. Palmer,  asombrado pero con mucho arrojo,  pidió la revancha inmediatamente pero  exigiendo a la vez,  que fuera  por el monto de los dos dólares, el que habíamos recogido y el que Cabiya había acabado de  ganar. Perder tanto dinero ya no nos importaba mucho. Sí se apoderó de nosotros en ese momento un delirio  impaciente  por ver de nuevo  el "replay" de aquel inimaginable encuentro entre  estos dos  colosos. No hubo moneda al aire. Pepe  tiraba  primero puesto que Palmer inició en el primer encuentro. ¿Qué pasó?, ¿qué sucedió? Palmer no volvió a  tirar.  Cabiya repitió la hazaña anotando consecutivamente de todos los ángulos en aquel segundo encuentro entre estos dos magníficos.

En la juventud cialeña resonó por mucho tiempo el inolvidable encuentro entre estos dos gigantes del baloncesto cialeño y puertorriqueño.
 


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