Vitoreado en los cinco continentes, apenas conocido en su pueblo natal: La historia de Tony Meléndez

El atleta está sentado en el camerino. En eso llega el oficial de la justa informándole que es su turno. Mientras caminan hacia el lugar donde la competencia se ha de realizar, comienza a escucharse el ruido que hace la fanaticada; primero un murmullo, pero a medida que avanzan, comienza a distinguirse el claro aplauso rítmico del público anticipando el próximo competidor. El atleta no lo escucha. En el décimo dia de la justa su mente es toda concentración. En su cerebro repite los pasos que habrá de ejecutar para tratar de salir airoso en la competencia. Se trata de completar limpiamente, una vez mas, la rutina que ha practicado cientos de miles de veces en gimnasios y justas anteriores.

Por fin entra al escenario de la competencia y se escucha el nombre del atleta en los altavoces. En ese momento el competidor, que en la era moderna personifica el ideal romano del vir fortis, el hombre de fuerza, introduce sus manos en el recipiente que alberga la tiza y cubre sus palmas con el material blanco. Inmediatamente suena la chicharra electrónica avisándole que tiene un minuto para terminar. Mientras tanto, silencio. El público en las gradas está absolutamente callado y concentra su mirada colectiva en el atleta. No se trata, como en la antigua Roma, de una lucha cuerpo a cuerpo contra un contrincante. En este dia el atleta tiene que competir y triunfar sobre una ley inexorable e inevitable del universo. La que da al cosmos su orden y cohesividad: la fuerza de la gravedad.

El aparato está en el piso. Muchos aspirantes a la victoria han caído doblegados ante el magno esfuerzo que requiere levantarlo. Pero el nuevo vir fortis se para ante él y lo sujeta con ambas manos, tanteando y buscando el agarre óptimo que requiere la disciplina. Logrado ésto, balancea sus poderosas piernas para lograr el equilibrio necesario en su fenomenal y desarrollado cuerpo. El atleta aspira profundamente y atrapa el aliento.  Gigantescas ruedas de hierro colocadas a ambos extremos de una barra central de acero indican que se trata de una gran cantidad de peso. Sus musculosos y forzudos brazos se tornan tensos. Brotan las venas de su cuello. Su cara se contorsiona espantosamente ante el titánico esfuerzo. Levanta el aparato lentamente. Tambaleando y en medio de un gutural gemido lo balancea sobre su cabeza. Todos sus gestos indican que está librando una gran batalla contra el medio. Se escuchan gritos de asombro. En eso suena la chicharra y el público irrumpe en un cerrado y caluroso aplauso. En medio de la ovación, el atleta devuelve el aparato al suelo y comienza a saltar de júbilo. Los altavoces y la pizarra electrónica indican su nombre y la verdad irrefutable: Tony Meléndez, Campeón Mundial. Pero Tony no se da cuenta porque en este momento se encuentra saltando y gritando a mandíbula batiente: ¡Viva Ciales! ¡Viva Ciales!

El honor era, para los ciudadanos de la antigua Roma, sinónimo de "ser".  Y "ser" alguien en la vida ha sido el tema principal y la fuerza motora que impulsa y motiva al cialeño no-vidente Tony Meléndez. A pesar de los tropiezos que a menudo ha encontrado en el trayecto, su ejemplo de superación y perseverancia inspira a las personas que entran de alguna manera en contacto con él. Su nombre completo es Cruz Antonio Meléndez Arroyo y vino al mundo el dia 3 de mayo de 1941. De ahí viene su nombre, Cruz, por ser ese el dia de la Cruz en la tradición Católica. Nació en el Hospital Presbiteriano de San Juan porque su mamá, Carmen María Arroyo, estaba visitando sus hermanos que vivían en el Barrio Obrero de Santurce para ese tiempo. Posteriormente, lo inscribieron el 13 de mayo de ese año en Ciales, ya que toda su familia es oriunda del barrio Jaguas de nuestro pueblo. De ahora en adelante dejemos que Tony, en sus propias palabras, comparta la dramática historia de su vida con nosotros.


Nosotros vivíamos en la Hacienda de los Lopategui en el barrio Jaguas de Ciales. Allí se producía café y caña. Mi papá, Víctor Meléndez, era un agregado allí trabajando con su machete y azada. Yo le llevaba el almuerzo al cañaveral en una fiambrera. Luego de doce horas de trabajo, papá sembraba maíz cerca de casa y hacía chimbas para luego vender el carbón. Con ese dinero extra él se esforzaba para atender la condición de mi mamá y llevarla a recibir tratamiento en San Juan. Ella sufría retinitis pigmentosa y para eso no hay cura. Yo heredé esa condición, y al igual que ella, perdí la vista gradualmente. Por otro lado, desde pequeño padecí de asma, quizás porque me gustaba ayudar a papá con las chimbas y me expuse mucho al humo.

Al pasar los años, cuando tenía 12 o 13 años, nos mudamos a "La Aldea". Esto quedaba en "Las Guabas," en la última casa antes del rio. Comenzé a estudiar en la escuela Horace Mann y uno de mis maestros fue Mr. Llanis. Pero para ese tiempo mi condición asmática empeoró, a pesar de que tomaba mucho te y me cuidaba bastante. Yo andaba descalzo pues no había dinero para los zapatos. Éramos, además de mis padres, dos hermanos y dos hermanas, aunque una murió muy pequeña. Debido a mi condición de salud, faltaba mucho a la escuela pues tenía que ir constantemente al hospital. Allí me atendía el Dr. Sanabria y la enfermera.

A pesar de que tenía grandes sueños no pude terminar la escuela. Allí no me comprendían y a veces se burlaban de mi los muchachos y los maestros. Cuando jugaba beisból con los muchachos de la escuela detrás de la fábrica de cristales la pelota me daba en la cabeza y el cuerpo porque no la veía bien. Yo me sentaba al frente de la clase porque no podía ver bien la pizarra. Bajo esas circumstancias no podía estudiar. El asma y la ceguera no me lo permitían.

En 1956 nos mudamos a "El Fanguito" en Santurce porque mi papá buscaba mas facilidades para atender la condición de mi mamá y la mia. Allí la casa se hundía con frecuencia y había que añadir relleno para levantarla. El asma continuaba dándome problemas debido a la pestilencia de las aguas negras que corrían por ese lugar. A pesar de la situación, mi papá pudo conseguir trabajo en las muchas construcciones de la época en Santurce. Por mi parte yo trabajaba en tareas de mantenimiento en varios lugares del área y en farmacias. También lavaba carros para conseguir dinero.

Tony en "El Fanguito" (21 de marzo de 1958)

En una ocasión sufrí un ataque de asma bien fuerte. Y como el hospital quedaba lejos decidí ir a una farmacia en la avenida Ponce de León cerca de casa. Me tomó mucho esfuerzo llegar al lugar. Una vez allí compré las pastillas del asma y me las tomé inmediatamente. Mientras hacía esto, pude ver un libro que me llamó la atención. Era de Charles Atlas y su programa de alzar pesas y tensión dinámica para mejoramiento personal. Tenía retratos de Steve Reeves, el actor de las películas sobre Hércules. La cuestión fue que seguí comprando ese tipo de libros pues me interesaba mucho el tema. Claro, yo los escondía de mi mamá pues ella siempre me sobreprotegía y no quería que yo hiciera ejercicios por mi condición asmática.

Después de devorar aquellos libros, decidí comenzar un régimen de levantamiento de pesas para tratar de progresar en la vida. Fui al gimnasio de Roberto Santana en Santurce para inscribirme. El había sido Mr.Puerto Rico por años. Pero no pude pasar de la entrada al gimnasio porque uno de los encargados me dijo que yo era un "injillío". Esto, supongo, porque era bien delgado. Me fui para mi casa muy  triste y me sentía mal. Comenzé a dudar del mundo, de Dios y la fe ante este cuadro patético, es decir: mi madre enferma, yo enfermo, las aguas negras del Fanguito… Estábamos en una situación económica peor que en Ciales. Pensaba que había nacido para ser pisoteado.

Pero un dia, mientras miraba hacia la casa del vecino, se me ocurrió preguntarle a sus dos hijos si querían construír conmigo un gimnasio en la parte de atrás de la casa de ellos. Esto debido a que allí había espacio y el terreno era mas firme. La cuestión fue que aceptaron la idea e inmediatamente salimos a comprar cemento y tubos. Conseguimos dos latas de galletas Sultana, hicimos la mezcla y llenamos las latas de cemento con el tubo colocado en el medio. Para hacer los "dumbells", usamos palos de escoba y latas de leche "Denia" y "Kresto", llenas de cemento. Con madera construímos los bancos y las horquetas para hacer los ejercicios y colocar las pesas. Diariamente, de una a tres de la tarde, hacíamos ejercicio allí y comenzó a llegar público (¡las muchachas nos observaban!). Además, algunos de los muchachos del sector comenzaron a interesarse y practicar con nosotros.

Pasando el tiempo, luego de mas de seis meses, me dí cuenta que ya no sufría tanto de asma. Los ejercicios y la rutina me ayudaron mucho. Me encontraba bastante desarrollado en los músculos y me sentía como un super-hombre. Pero las pesas, con el uso perdían peso, pues si se caían al piso se le salían los cantos de cemento. Entonces se desnivelaban y un lado pesaba mas que el otro. Por esto, los muchachos comenzaron a perder interés y sólo nos quedamos allí Junior, hijo del dueño de la casa, y yo.

Debido a estos sucesos decidí ir nuevamente al gimnasio de Santana. Estamos hablando de 1957 o 1958. El asunto fue que me quité los gruesos espejuelos antes de llegar al lugar. Una vez allí, el encargado me atendió sin problemas y pagué la cuota, que si mal no recuerdo era de algunos 5 o 10 dólares al mes. Para satisfacer la cuota comenzé a trabajar en una agencia hípica y en una naviera japonesa en San Juan. Los dueños del último negocio me conocían de mi tiempo lavando automóviles.

Con el pasar del tiempo comenzé a destacarme como fisiculturista y a conocer otros atletas que practicaban allí, tales como "El Huracán Castillo", "El Tigre Pérez" y otros mas. Ellos participaban en el deporte de la lucha libre, que en aquél tiempo, se transmitía por la cadena de televisión Pérez-Perry. Continué leyendo libros y aprendí mas sobre la disciplina y la nutrición en mi deporte.

En 1961 recibí una carta de mi hermano Adalberto, que llevaba cuatro anõs viviendo en Nueva York,  invitándome a que me fuera a vivir con él. Como el reto siempre me ha gustado y motivado, me fui a vivir con él en la calle 36 entre la octava y novena avenidas. Eso allí era, y continúa siendo, el distrito de las industrias de la aguja. La zona era mayormente de edificios industriales, pero habían edificios de vivienda y sus inquilinos eran mayormente puertorriqueños, yo diría que el 95 por ciento.

Comenzé a trabajar en la YMCA ubicada en la séptima avenida con la calle 23. Allí también continué con mi rutina de ejercicios pues tenían un gimnasio en el lugar. Posteriormente trabajé en varios empleos de la industria de las telas. A los nueve meses de haber llegado yo, nos mudamos al 238 este de la calle 112. Esto queda entre la segunda y tercera avenidas en "El Barrio" de Manhattan, y traímos a nuestros padres a vivir con nosotros.

Con el pasar del tiempo, conseguí un trabajo en un supermercado ubicado en Woodhaven Boulevard en el condado de Queens. Se llamaba "Food Parade". Trabajaba  el turno de 10 de la noche a 7 de la mañana limpiando y encerando pisos. En aquel entonces me casé con mi primera esposa y tuvimos dos hijas. Por cierto, ellas heredaron la misma condición que yo y están en la actualidad legalmente ciegas. Retomando el hilo, me mudé con mi esposa e hijas a otro edificio del mismo bloque en la 112. Mi querida madre murió en el año 1964.

Entonces, y la Divina Providencia estaba actuando para ayudarme, comenzé a aprender toda la rutina de los supermercados. Es decir, poner precios a los artículos, llenar las góndolas y otras tareas relacionados. Esto yo lo hacía de manera clandestina, pues mi trabajo era en mantenimiento. La cuestión es que yo me "apoderé" de una sección del supermercado y la mantenía nítida, haciendo lo que te dije anteriormente.

Una noche me encontraba en esos menesteres cuando repentinamente un oficial de seguridad me sorprendió haciendo ese trabajo y se lo informó a la gerencia. Y sucedió que cuando los jefes se dieron cuenta de mi organización y buen desempeño en la sección del supermercado que yo había "adoptado", decidieron darme un turno durante el dia como empleado en el supermercado. De esa manera, en mi turno nuevo comenzaba a trabajar a las ocho de la mañana.

Con el pasar de los años aprendí muchísimo sobre la operación de supermercados hasta llegar a ser "Manager" de la empresa. Luego, en el 1972, conseguí empleo en un supermercado de la cadena "Key Food" que estaba ubicado en la calle 110 de Manhattan, cerca de donde vivía. Allí me hicieron Gerente y ganaba muy buen dinero, lo cual aproveché para viajar con mi esposa e hijas a Europa, México y otros lugares del mundo. A pesar de esta bonanza, ya estaba prácticamente ciego. Comenzé a tener varios problemas con la administración del papeleo de la empresa, por lo que siempre buscaba una asistente para que me ayudara y yo le pagaba las horas extras.

En 1976 la compañía me trasladó a uno de sus supermercados ubicado en la calle 20 en "Chelsea", ya que esa tienda tenía problemas y querían que yo la levantara. Sucede que estando yo trabajando allí, me asaltaron. Llegó un individuo que, colocando una pistola en mi nuca, me obligó a abrir la caja fuerte del negocio. Yo, como no podía ver bien, no encontraba la forma de abrir aquella caja fuerte. Mientras tanto, el individuo me gritaba diciendo que me iba a matar si no me apresuraba. Acto seguido escuché un "click" detrás de mi cabeza. El asaltante me disparó pero el mecanismo de la pistola se atascó. Entonces, ¡otro milagro!: la caja fuerte se abrió en ese mismo momento, de manera que el asaltante tomó el dinero y se marchó sin que nadie resultara herido. Luego de este incidente, y ante la verdad de que ya estaba casi totalmente ciego, decidí retirame y solicitar el seguro de incapacidad.

Mientras estos tropiezos me sucedían yo continuaba entrenando en los gimnasios de El Barrio, de manera que encontraba cierto consuelo y refugio en las pesas. Además comencé a correr cerca de cuatro a cinco millas diarias. Pero tropezaba mucho con la gente, especialmente cuando corría en el Parque Central.

En 1981, ya totalmente ciego, me mudé para donde vivo en la actualidad. Esta cooperativa, ubicada en el 2110 de la primera avenida, tiene su propio gimnasio lo cual es muy conveniente. Yo entrenaba por espacio de cinco horas diarias en esas facilidades y fue alli donde conocí a Troy Ford. El fue la persona que por primera vez me informó sobre la existencia de  competencias de "Powerlifting" para no-videntes. Al enterarme de eso llamé a "Light House", organización que ayuda a los no-videntes a reintegrarse a la vida, y ellos me dieron información relacionada a la U.S.A.B.A. (United States Association for the Blind Athlete). Yo llamé a esa entidad y me dijeron que fuera a Nueva Jersey a competir en una Justa que se iba a celebrar en la Universidad de Montclair State en 1985. Troy me acompañó y gané allí el primer puesto y mi primera medalla.

En 1986 me separé de mi esposa por razones que no quiero discutir aquí, pero en ese mismo año participé en una competencia en la Universidad de U.C.L.A. y gané medalla de oro en las carreras de velocidad (sprints). Luego decidí concentrarme exclusivamente en las pesas, pues me lesionaba mucho en las carreras. En 1987 fui a competir a Canadá donde competí por primera vez a nivel internacional. En esa justa de Powerlifting gané en la categoría abierta triunfando sobre todos, videntes y no-videntes.

En ese mismo año conocí a mi actual esposa, Grecia Zobeida Ronquillo, natural de la República de Ecuador. Un amigo que frecuentaba el gimnasio me invitó a conocer un matrimonio de Brooklyn. La señora era ecuatoriana y su esposo de Ponce. Bueno, pues sucede que esa dama me dijo que su hermana, maestra en Ecuador, venía a Nueva York a pasar las vacaciones. Yo me interesé y cuando Zoby vino la conocí, entablamos una bonita amistad y en 1988 nos casamos ante un juez.

Tony con su esposa Zobeida Ronquillo

Ella me ha ayudado mucho en mi carrera porque se ha convertido en mi entrenadora y me acompaña a todas las competencias en las cuales participo. Con ella he logrado muchísimo en la vida y hemos viajado a varios lugares del mundo. Mi esposa es preciosa. Y esto lo digo porque la veo con los ojos de mi alma. Ella es parte del plan de la Divina Providencia. Dios me ha devuelto la vista a través de Zoby. Ella es mi inspiración y la luz de mis ojos. Déjame decirte que el 15 de abril de este año (2001) nos vamos a casar por la Iglesia Católica.

Aunque me encuentro todavía capacitado para competir, en la actualidad estoy semi-retirado. Mas bien me dedico a dar charlas y seminarios motivacionales en los cuales comparto la historia de mi vida con los menos privilegiados. En ellos enfatizo la importancia de superarse en la vida. Aunque ella te ponga muchos tropiezos en el camino, siempre hay que perseverar y triunfar superando los obstáculos. Haciendo esto he visitado escuelas, hospitales, programas de niños con problemas, la radio, en fin, voy a donde me llamen.  Además, llevo varios años en la Junta Directiva de la 1199 Housing Corporation y a la Junta Directiva del Hospital Metropolitano. Me mantengo muy activo en la vida cívica.

Por último, quiero decirte que no me siento ni ciego ni incapacitado. Si este es el último dia que voy a vivir, sabiendo que mañana no  voy a estar aquí, me siento preparado y alegre. Esto lo digo con toda sinceridad. Dios me ha dado todo. Los sufrimientos que he tenido en mi vida me han ayudado a crecer. Tuve caídas  que me indicaban que tenía que levantarme. Tuve la vista y ahora no la tengo. Pero aunque me quedé sin ella muy jóven, fue muy importante que la perdiera. He descubierto un mundo diferente. Descubrí que cuando pierdes algo, no debes preguntar e interrogar a Dios. Sigue hacia adelante y la respuesta tú mismo la vas a tener porque Dios te la envía. Mi vida es un libro que tiene dos partes: cuando veía y la de el mundo de las tinieblas. Si me preguntas cual de esas dos vidas prefiero, no te podría contestar. He sido feliz en ambas. Y en cada competencia atlética que he ganado siempre he dicho lo siguiente: ¡Que viva Ciales!


Primeros lugares obtenidos por Tony Meléndez en varias competencias

AÑO
CATEGORÍA
SEDE
CIUDAD/ESTADO Y PAÍS
1985
Campeonato Regional
Montclair State University
New Jersey, Estados Unidos
1986
Campeonato Nacional
University of California Los Angeles
California, Estados Unidos
1987
Campeonato Americano
Alburquerque
Alburquerque, Nuevo México
1988
Campeonato Nacional
Perdue University
Indiana, Estados Unidos
1988
Campeonato Mundial
Ottawa
Ontario, Canadá
1989
Campeonato Regional
Southeast State University
Missouri, Estados Unidos
1990
Campeonato Mundial
Riverside, Los Angeles
California, Estados Unidos
1990
Campeonato Americano
The Springs
Colorado, Estados Unidos
1991
Campeonato Regional
Hofstra University, Long Island
Nueva York, Estados Unidos
1992
Missouri State/Ozark Open
Missouri Vocational School
Missouri, Estados Unidos
1992
Campeonato Mundial
Perth Wester Gymnasium
Perth, Australia
1993
Steeler Open
Granite City, Madison
Illinois, Estados Unidos
1994
Campeonato Abierto
J.F.K. Red Rage
Nueva York, Estados Unidos
1994
Campeonato Mundial
Marbella Beach
Marbella, España
1995
Campeonato Mundial
Olympic Training Center
Colorado Springs, Estados Unidos

Usted puede comunicarse con Tony a través de su correo electrónico: Tonypoweruplift@aol.com

 
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Tony en varias competencias
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